Opinión

La clase política, encuerada.

Toluca, Estado de México; a julio 18 de 2015.-  A la distancia, para la historia, y con todas las reservas del caso, la vida de Joaquín Guzmán Loera, se asemeja a personajes como Jesús Arriaga (Chucho el Roto) y Heraclio Bernal («el Rayo de Sinaloa», de donde es oriundo «El Chapo»), que fueron capturados o asesinados aplicándoles la «ley fuga» en la época de Porfirio Díaz, cuando el gobierno perseguía a asaltantes y bandoleros a la orden de “mátenlos en caliente”.

En las tres historias se trata de personajes de origen humilde, sufrieron de marginación y abandono, y que a la postre fueron muy queridos por el pueblo pues a la gente jodida siempre ayudaban…. y ahora, con “El Chapo” Guzmán pasa lo mismo. El pueblo le expresa su cariño con misas para que no lo vuelvan a atrapar, pues “da trabajo, auxilia a la gente más necesitada y es solidario con los pobres”, según manifiestas quienes de cerca lo conocen bien. Se trata de un capo legendario que ha creado tras de sí, y a su alrededor, toda una “chapomanía”. Hasta artistas e intelectuales manifiestan cierta admiración por su persona (que no llegó a superar los estudios de secundaria), a la cual no le dejan de adjudicar grandes virtudes como su inteligencia, audacia y valentía. Todo  un suceso que merecerá estudios de diversos tipos: psicológico, psicología social o de masas, cultural, sociológico, y hasta la biográfica y narrativa del cómo un sujeto pudo penetrar con tanto éxito las estructuras y mecanismos del poder en México.

Hoy es el más buscado. El secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, reconoce que en torno a su fuga hubo una “traición de Estado”. ¿Traición de Estado? ¿What? ¿De parte de quién señor secretario? Lo expresa  como proyectando un Estado Fallido que sólo puede ser obra de un mal gobierno y su clase política (PRI, PAN, PRD) y burocrática, por la acción e inacción de pésimos funcionarios públicos que actúan al margen de la ley, por la corrupción y la impunidad imperantes en el sistema de procuración y administración de justicia que provocan la desconfianza ciudadana hacia el gobierno, pues no hay capacidad ni visión de liderazgo, ni buena administración que trabaje con capacidad y eficiencia, ni libertad y justicia, imparcialidad y equidad para lograr el bien común. Porque se gobierna no para todos, sino para unos cuantos a los que se otorgan todos los privilegios en busca  de obtener de los gobiernos (federal, estatal o municipal) grandes, medianas o pequeñas oportunidades de negocios, o la mejor rebanada del pastel presupuestal.

Se llama servir a la sociedad, no de servirse de ella, señor secretario. Y ahora enredados en sus propias confabulaciones y estafas en contra del pueblo de México y las riquezas de la Nación, políticos y funcionarios públicos del PRI y demás integrantes del Pacto por México, se enfrentan entre sí, como en un nuevo capítulo de Kramer vs Kramer, provocando un circo mediático en torno al  “Chapo”, para tender una “cortina de humo” y que nadie vea la nueva oleada de privatizaciones que se avecinan y que van en perjuicio de los sectores mayoritarios de la población como en los casos de la salud pública y la educación.

En torno a los responsables de la fuga del “Chapo”, desde luego funcionarios y políticos del PRI, solo queda decir, en palabras de Petronio, El Satiricón: “El que ataca a los extraños se llama criminal, pero el que ataca a los amigos es un monstruo”

Afirman bien quienes de esto saben, que para formar un “Buen Gobierno” hacen falta valores éticos como la templanza, valentía, prudencia, sentido de justicia, autoridad y sabiduría, además de capacidad, vocación de servicio y amor a la Patria de políticos y altos funcionarios de la clase burocrática. Está visto

que de estas virtudes nuestros “dirigentes políticos” están encuerados. No conocen de ética, ni de historia, filosofía, mucho menos del amor por México y tuercen el Derecho.

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